Según las cifras de la Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA), Barcelona y su área metropolitana forman uno de los entornos urbanos con más población expuesta a niveles elevados de contaminación acústica en Europa. Eso es debido, en gran parte, al modelo de ciudad compacta y mixta, que comporta muchas ventajas con respecto a la eficiencia y la gestión de servicios, pero también algunas externalidades e inconvenientes como, por ejemplo, el ruido, como consecuencia de la elevada movilidad que va asociada a este, la densidad de actividades económicas e, incluso, el uso intensivo del espacio público.
Históricamente, el ruido se ha considerado un problema secundario e inevitable de los grandes centros urbanos. No obstante, los últimos estudios realizados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el EEA ponen de manifiesto la incidencia que la calidad acústica tiene sobre la calidad de vida y la salud de las personas. En este sentido, muchos estudios epidemiológicos alertan de la relación entre la exposición a la contaminación acústica (a plazo largo y corto) y los efectos sobre la salud, con impactos negativos principalmente en el mecanismo de audición, el sueño (como el insomnio), las funciones vitales (comporta un envejecimiento prematuro del sistema cardiovascular) y el sistema nervioso.
Actualmente, uno de cada cinco europeos está expuesto a niveles de ruido nocivos para su salud. Eso se traduce en 12.000 muertes prematuras anuales, 48.000 nuevos casos de isquemia cardiaca al año (estrechamiento de las arterias del corazón), 22 millones de personas que sufren molestias crónicas y más de 6 millones de personas que sufren alteraciones del sueño graves y permanentes que pueden reconducir a la contaminación acústica (EEA, 2020). Desafortunadamente, en el futuro se prevé que tienda a aumentar la población expuesta a este riesgo, en comparación con otros factores de estrés.
En Barcelona, como la gran mayoría de ciudades, la fuente principal de ruido es el tráfico viario, que contribuye aproximadamente a más del 85 % de la exposición al ruido. Las otras fuentes, con cifras muy alejadas, son el ruido derivado del ocio nocturno, que no llega al 10 % de la contribución, o el ruido ferroviario o industrial, que tienen una contribución muy puntual (por debajo del 2 %). El resultado final de todas estas fuentes es que, durante el día, los rangos predominantes de ruido en Barcelona se sitúan entre los 55-70 dB(A), mientras que por la noche se sitúan entre los 50-65 dB(A).
Es interesante destacar que la percepción de la población sobre el ruido va en un sentido muy diferente de esta contribución, tal como reflejan las quejas en el espacio público que se hicieron en el 2019 en Barcelona. Así pues, destacan sobre todo las quejas relacionadas con la concentración de personas, las fiestas y actividades deportivas en el espacio público, el servicio de limpieza y recogida, las actividades comerciales e industriales o el ruido producido en las terrazas o pérgolas. En cambio, las quejas relacionadas con el tráfico rodado (la fuente principal de ruido) son escasas. Una gran parte de la explicación reside en que el ruido del tráfico es un ruido constante y que, psicológicamente, mucha gente lo considera inevitable en un entorno urbano.
Establecer el valor límite de ruido a partir del cual tenemos una mala calidad acústica es una labor compleja y las administraciones y los organismos tienen criterios diferentes para definirlo. A diferencia de la calidad atmosférica, no hay unos límites o criterios establecidos a escala europea, sino que cada país, región o ciudad determina cuáles son los límites adecuados. En el caso de Barcelona, los límites de ruido están definidos por la Ordenanza de medio ambiente, que al mismo tiempo recoge los requisitos establecidos por la normativa acústica de rango superior: la de la Generalitat de Catalunya y la del Estado español.
En este sentido, la Ordenanza de medio ambiente de Barcelona establece varios valores límites de inmisión (medias anuales) dependiendo de las zonas de sensibilidad acústica, los usos del suelo predominantes y la franja del día, tal como se muestra en la siguiente tabla:
ZONAS DE SENSIBILIDAD ACÚSTICA Y USOS DEL SUELO (*) | Ld | Le | Ln |
(7.00-21.00 h) | (21.00-23.00 h) | (23.00-7.00 h) | |
ZONAS DE SENSIBILIDAD ACÚSTICA ALTA (A) | |||
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(A1) Espacios de interés natural y otros | - | - | - |
(A2) Predominio del suelo de uso sanitario, docente y cultural (*) | 55 dB(A) | 55 dB(A) | 45 dB(A) |
(A3) Viviendas situadas en el medio rural (*) | 57 dB(A) | 57 dB(A) | 47 dB(A) |
(A4) Predominio del suelo de uso residencial (*) | 60 dB(A) | 60 dB(A) | 50 dB(A) |
ZONAS DE SENSIBILIDAD ACÚSTICA MODERADA (B) | |||
(B1) Coexistencia del suelo de uso residencial con actividades o infraestructuras de transporte existentes | 65 dB(A) | 65 dB(A) | 55 dB(A) |
(B2) Predominio del suelo de uso terciario diferente a C1 (*) | 65 dB(A) | 65 dB(A) | 55 dB(A) |
(B3) Áreas urbanizadas existentes afectadas por suelo de uso industrial | 65 dB(A) | 65 dB(A) | 55 dB(A) |
ZONAS DE SENSIBILIDAD ACÚSTICA BAJA (C) | |||
(C1) Usos recreativos y de espectáculos (*) | 65 dB(A) | 65 dB(A) | 55 dB(A) |
(C2) Predominio de suelo de uso industrial (*) | 70 dB(A) | 70 dB(A) | 60 dB(A) |
(C3) Áreas del territorio afectadas por sistemas generales de infraestructuras de transporte u otros equipamientos públicos | - | - | - |
Ld, Le y Ln = índices de inmisión de ruido para el periodo de día, tarde y noche evaluados durante un año
En los usos de suelo (A2), (A4), (B2), (C1) y (C2), el valor límite de inmisión se incrementa en 5 dB (A) para las zonas urbanizadas existentes.
Para los usos del suelo (A1) y (C3) no se indican valores límite de inmisión, y se procurará que en todo caso no se sobrepasen los niveles reflejados en el mapa de ruido vigente.
En los patios interiores de manzana, patios de ventilación, patios de parcela y zonas donde no puedan acceder los vehículos, los objetivos de calidad acústica son 60 dB(A) en horario diurno y tarde y 50 dB(A) en horario nocturno.
Por otra parte, recientemente la OMS ha publicado una guía donde se establecen los umbrales recomendables con respecto a salud, y recomienda no superar unos límites de Lden y Ln de 53 decibelios dB(A) y 45 decibelios dB(A), respectivamente. De una forma muy simplificada, Lden se podría asimilar a la “dosis” de ruido máxima a la que la población debería estar expuesta durante las 24 horas, mientras que Ln se refiere solo al periodo nocturno. Este último es el más sensible desde el punto de vista de la salud, ya que el ruido puede tener efectos adversos en el sueño y el envejecimiento del sistema cardiovascular.
Cabe destacar que los niveles recomendados por la OMS —tanto el Lden a < 53dB(A) como el Ln a < 45dB(A)— son notoriamente más bajos que los niveles establecidos por gran parte de las normativas, y el caso de Barcelona no es una excepción. Este hecho nos indica, de forma indirecta, que el nivel de presión acústica que suele haber en los entornos urbanos es muy elevado.
A grandes rasgos, la normativa de Barcelona establece que, para las zonas con predominio de uso residencial, el límite es de 65 dB(A) durante el día y 55 dB(A) durante la noche. En cambio, la OMS considera que, a partir de los 53 dB(A) durante el periodo Lden (el periodo integrado de 24 horas) y de 45 dB(A) durante la noche, estamos hablando de una mala calidad acústica con incidencia sobre la salud. Ante esta divergencia entre los criterios normativos y los de la OMS, para este estudio se ha utilizado un límite acústico intermedio entre las dos opciones: 60 dB(A) en el periodo diurno y 50 dB(A) en el periodo nocturno. .
El mapa de contaminación acústica durante el periodo de día permite ver cómo la mayoría de las calles de la ciudad se encuentran por encima del límite de ruido de 60 dB(A). La mala calidad acústica es uno de los problemas ambientales más relevantes de Barcelona, aunque en algunas zonas es más grave que en otras. Los barrios de L’Eixample son los que presentan unos valores más elevados, ya que su tipo de tejido (calles anchas y con varios carriles de circulación) favorece la atracción y la absorción del tráfico rodado. Lo mismo ocurre con los grandes ejes viarios de la ciudad con una alta capacidad de vehículos y que sirven para acceder y penetrar en la ciudad.
Del mismo modo que en el periodo diurno, el periodo nocturno refleja la correlación entre volumen de tráfico y nivel de ruido. No obstante, también el sector del ocio nocturno demuestra tener una incidencia importante en varios puntos de la ciudad. Igual que durante el día, L’Eixample es el área con una contaminación acústica nocturna más importante y el factor del tráfico sigue rigiendo la distribución espacial del ruido. Ahora bien, si ponemos la lupa sobre los barrios y las calles con una fuerte implantación del ocio nocturno, se pueden identificar otros puntos críticos no presentes en el mapa de día, sobre todo en el barrio Gòtic, en el barrio de Gràcia y en el Poble-sec.
El mapa representa la distribución de la contaminación acústica diurna y nocturna por tramos viarios. Se recomienda seleccionar una capa al mismo tiempo (día o noche), para observar los diferentes niveles de ruido diurno y nocturno en la ciudad.
El Mapa estratégico de ruido del Ayuntamiento de Barcelona recoge los niveles de ruido total, que son el resultado de la contaminación acústica provocada por el tráfico (fuente principal de ruido), el ocio nocturno, el ruido industrial, el ferroviario o las aglomeraciones de personas.
Para poder vincular esta información territorializada con los datos de población provenientes del padrón (año 2018), se ha hecho una estimación del número de personas empadronadas de cada uno de los tramos y se ha cruzado con la información acústica del Mapa estratégico de ruido, en formato de tramos de calle. De este modo, se ha podido obtener el volumen de población expuesta a los niveles de ruido (ilustración 1) y elaborar los mapas de riesgo que son el objeto de este trabajo.
La relación entre la población del tramo de calle y la longitud del tramo es, de facto, una manera alternativa de expresar la densidad de población. Se parte del mismo concepto que en el cálculo ortodoxo de la densidad de población (lo que se obtiene de dividir el número de habitantes por la superficie), pero utilizando la dimensión geométrica de la línea en lugar de la del polígono.
No obstante, hay que precisar que la pregunta “¿dónde se encuentra la población más vulnerable?” no puede contar con una única respuesta, ya que la población se mueve en función de la hora del día, del trabajo y de las actividades que hace en su tiempo libre. Por lo tanto, hay que tener en cuenta que se trata de mapas que requieren una lectura a gran escala y que hay que contextualizar los riesgos globalmente.
Comparando la distribución espacial de los niveles de ruido con la de población residente, vemos que hay amplias zonas con una alta concentración de habitantes y unos niveles de dB(A) por encima de la limitación establecida. Una de las zonas donde la situación es más grave es la Sagrada Família y sus barrios circundantes, al tratarse de un área con una alta densidad de población donde confluyen dos factores de riesgo concomitantes: la aglomeración de personas por la actividad turística y el volumen de tráfico.
También los barrios que forman la Esquerra de l’Eixample presentan una conjunción preocupante entre volumen de población y elevados niveles acústicos. El caso de la calle de Aragó destaca especialmente, ya que el tráfico elevado de vehículos provoca que los niveles de ruido lleguen a superar los 75 dB(A) en algunos tramos, una cifra muy por encima de la recomendada normativamente
Se estima que el tráfico es el causante de aproximadamente el 80 % del ruido de la ciudad. Por lo tanto, en las zonas con más volumen de tráfico es donde, consecuentemente, se registran los valores acústicos más elevados. Se puede ver cómo la mayoría de las calles de L’Eixample con orientación de río a río superan el umbral de los 70 dB(A), ya que forman parte de la estructura básica de la movilidad de la ciudad. El resto de ejes por encima de este umbral son los que permiten acceder a la ciudad y atravesarla
En el lado del Llobregat, destacan la calle de Sants y la avenida de Madrid. En la parte central de la ciudad, las calles de Muntaner, Aribau y Balmes también sufren niveles importantes, ya que conectan el centro con la ronda de Dalt. Lo mismo ocurre con las vías que unen la plaza de Lesseps con los accesos en la ronda del Camp de l’Àliga. En el lado del Besòs, la Meridiana, Aragó y la Gran Vía se muestran como los puntos más críticos.
Otras vías de alta capacidad de vehículos, como las rondas o la parte alta de la Diagonal, también tienen, inevitablemente, niveles elevados de ruido, pero la baja concentración de residentes hace que sus tramos no tengan una representación tan destacada sobre el plano.
Por otra parte, vemos cómo una buena parte de la ciudad se encuentra en un intervalo de 65-70 dB(A). Es el caso de la mayoría de calles de L’Eixample con una orientación de mar a montaña e, incluso, de muchas calles que, a pesar de constar de menos carriles, son utilizadas para atravesar los barrios formados por los cascos antiguos de la ciudad. Por ejemplo, podríamos citar la calle Gran de Gràcia, la calle del Hospital o la calle de Galileu.
El mapa representa el riesgo de exposición a diferentes niveles de contaminación acústica en la ciudad. Los valores expresados se han relativizado en función de la longitud del tramo, mientras que se utiliza el grosor de la línea como indicador de la proporción resultante (a mayor grosor, mayor proporción de habitantes por metro de tramo de calle).
Tal como se ha ilustrado anteriormente en el Mapa estratégico de ruido, el impacto de la contaminación acústica nocturna debida al tráfico coincide bastante con la imagen diurna equivalente. En este sentido, L’Eixample sigue siendo una zona con una exposición elevada y con muchos tramos viarios con niveles altos de ruido, entre 65 y 70 dB(A).
Por otra parte, si ponemos la lupa sobre los barrios y las calles con una fuerte implantación del ocio nocturno, se pueden identificar otros puntos críticos no presentes en el mapa de día. Por poner algunos ejemplos, podríamos señalar la calle de Escudellers y los alrededores de la plaza Reial del barrio Gòtic. En Gràcia, la plaza de la Vila, la plaza del Sol y el Torrent de l’Olla se presentan como los puntos más calientes. En el Poble-sec, la calle de Blai (que es de peatones) también registra niveles altos de ruido a causa del número de bares y restaurantes con terraza.
Finalmente, se puede ver como la gran mayoría de las calles que no son de L’Eixample se encuentran en un intervalo entre 50 a 60 dB(A). Teniendo en cuenta que el conjunto de L’Eixample se encuentra en unos niveles de ruido superiores, esta imagen sirve para ver el carácter expansivo del problema del ruido en la ciudad durante la noche: prácticamente todas las calles se encuentran por encima de la limitación establecida.
El mapa representa el riesgo de exposición a diferentes niveles de contaminación acústica en la ciudad. Los valores expresados se han relativizado en función de la longitud del tramo, mientras que se utiliza el grosor de la línea como indicador de la proporción resultante (a mayor grosor, mayor proporción de habitantes por metro de tramo de calle).
Todas las medidas que busquen reducir la densidad de vehículos que circulan por las vías de alta densidad de tráfico de la ciudad serán clave en la disminución de la elevada exposición de la población residente al ruido. Hace años que el Ayuntamiento de Barcelona trabaja para mejorar la calidad acústica de la ciudad, pero es un problema ambiental que, para solucionarse, requiere un cambio importante en el modelo de movilidad o en el uso del espacio público. El elevado porcentaje de población expuesta a niveles de contaminación medios plantea la necesidad de seguir trabajando por la pacificación del espacio público: de día, a través de mejoras urbanísticas (configuración de interiores de manzana, supermanzanas) y de infraestructuras (ejes viarios y ferroviarios) y de reducción del tráfico, principalmente; y por la tarde y de noche, incidiendo en el control de las actividades de ocio, tal como prevén el Plan para la reducción de la contaminación acústica 2010-2020 o el Plan de movilidad urbana.
Entre las medidas principales implantadas recientemente para mejorar la calidad ambiental, tanto de contaminación atmosférica como acústica, tenemos las restricciones de circulación de los vehículos más contaminantes, que declaran 95 kilómetros cuadrados de la ciudad como zona de bajas emisiones (ZBE). La ZBE y otra serie de medidas de planificación y gestión de la movilidad de Barcelona, como la regulación del estacionamiento, el fomento del transporte público y la bicicleta, el impulso del vehículo eléctrico o los cambios en el modelo de ciudad, pretenden marcar la agenda política con iniciativas estructurales que impacten positivamente en la salud y en el medio ambiente.
Además, el nuevo Plan de movilidad urbana (2019-2024) en redacción propone un cambio de modelo de movilidad que continúa en la línea del anterior plan y que potencia los desplazamientos a pie, generando espacios seguros y confortables para peatones y los medios sostenibles (bicicleta y transporte público), a la vez que propone reducir el uso y la presencia del transporte privado de motor (coches y motocicletas). El eje principal que se propone es la movilidad segura, saludable, sostenible, equitativa e inteligente.
En relación con el control de las actividades de ocio, hay factores que intensifican los retos actuales: más sensibilización sobre el impacto del ruido en el colectivo de personas fumadoras en el espacio público y la intensificación de la actividad turística en determinadas zonas de la ciudad. En este sentido, el fomento del civismo es clave. Las campañas de sensibilización dirigidas a personas usuarias de ocio nocturno y a la ciudadanía, conjuntamente con el programa educativo “Sssplau” en las escuelas, contribuyen a este objetivo. El nuevo Plan de reducción de la contaminación acústica 2020-2030 que se está elaborando recoge todas estas líneas y tiene como objetivo trabajar sobre las fuentes de ruido para mejorar la salud de las personas y la calidad global del espacio público de la ciudad.
El Programa de resiliencia de Barcelona es una nueva oportunidad para destacar el esfuerzo de implementación de medidas de cariz estructural para hacer frente a la contaminación acústica que se está llevando a cabo. Entre las oportunidades identificadas, destacan acciones para desincentivar el uso del vehículo privado, como la conversión de 200 nuevos kilómetros de calles a un límite de 30 kilómetros/hora, la elaboración del Plan de movilidad a pie o la mejora de la seguridad viaria en los entornos escolares de la ciudad.